Obras de Cerbiosa. Desde hace varios años, la Casa del Corazón Real, también llamada Villa Cerbiosa, situada debajo de Gricigliano, a unos 2 km, está siendo objeto de importantes obras. Poco a poco, el edificio está volviendo a la vida: una vez terminados el tejado y las fachadas a principios de 2010, ahora es el interior el que se beneficia de una restauración casi completa.
Fue Villa Cerbiosa la primera casa que acogió el noviciado de nuestra comunidad y fue por ello por lo que se inició su restauración. Pero la Providencia parece haber decidido otra cosa, y nos ha confiado un gran convento en Nápoles-Barra que es más adecuado para la formación de las numerosas novicias que acuden a nosotros, vocaciones que no habrían podido tener cabida en la Casa del Corazón Real, aunque fuera renovada.
La Casa sigue siendo la Casa Madre de las Adoratrices, donde residirá nuestra Madre Superiora. A partir de ahora, podrán vivir hasta diez monjas, e incluso a todo el noviciado (en las amplias habitaciones acondicionadas como dormitorio) con motivo de las profesiones o tomas de hábito, o de grandes ceremonias.
Las obras realizadas han permitido que el segundo piso del edificio principal sea habitable, que hasta entonces no había sido posible, por lo que ahora contamos con muchas más habitaciones. Desde el punto de vista arquitectónico, la casa ha recuperado su coherencia, sobre todo gracias a la restauración de las escaleras originales, y a la reparación y reunificación de suelos.
Gracias a estos cambios, una parte de la casa se destinará también a la administración. El espacio ganado permitirá la instalación de varios despachos, secretarías y salas de archivo de los que lamentablemente se carecía, y que serán utilizados tanto por las Adoratrices como por la administración central del Instituto.
La indispensable restauración del edificio, sobre todo de las partes gravemente dañadas por el fuego o las inundaciones, nos brindó la oportunidad de replantear el uso de las distintas habitaciones, respetando los requisitos artísticos y arquitectónicos. Más de quince años de trabajo han sido necesarios para hacer revivir esta hermosa villa toscana, donde la Providencia ha querido que albergara los comienzos de nuestra comunidad, y que hoy se ha convertido en un elemento indispensable para el desarrollo de todo el Instituto de Cristo Rey Sumo Sacerdote y de las Adoratrices del Corazón Real de Jesucristo Sumo Sacerdote.